martes, 21 de agosto de 2012

La enseñanza de las Ciencias Sociales

INSTRUCCIONES:

1) Imprime la Lectura

2) Lee cada párrafo y subraya un enunciado que contenga la idea principal

3) Escribe en tus propias palabras lo que entiendes de la idea principal

4) Cuando termines la lectura y tus anotaciones copialas en tu cuaderno a manera de resumen


Tradicionalmente, en la enseñanza de la Historia y en general de las Ciencias Sociales los alumnos han tenido un papel bastante pasivo. En un enlace encontré un proverbio oriental bastante famoso que dice:”dime algo y lo olvidaré, enséñame algo y lo recordaré. Pero hazme partícipe de algo y entonces lo aprenderé”. Creo realmente que aprender haciendo es el nuevo camino iniciado ya hace algunas generaciones por la escuela activa. Sólo acabamos aprendiendo aquellas cosas que hacemos. El resto las memorizamos durante un tiempo y quedan en algún rincón de nuestro cerebro. “A los jóvenes se les ha enseñado Historia como se les enseñó matemáticas: como un tema finito con respuestas definidas correctas o incorrectas”. La mayoría de los textos de Historia “se escriben como si sus autores no existieran…” Las calificaciones altas dependen de repetir la glosa “correcta” a datos memorizados. La certidumbre de los textos escolares dificulta que los maestros se ocupen de la duda y la controversia; decir “Yo no sé” viola la norma autoritaria y pone en peligro el control del aula. En la enseñanza de las C.S., el profesor asume el protagonismo en el aula concibiendo al conocimiento social como algo terminado, acabado, donde no cabe considerar la opinión ni el punto de vista de nadie más. No se considera la colaboración para crear el conocimiento social, ni mucho menos está impregnado del altruismo y democratización en el que pueda construirse. Aprender Historia implica enseñar a los estudiantes a pensar de manera bastante diferente de como “naturalmente” se inclinarían a hacerlo. Como sugiere Wineburg, el pensamiento Histórico, con frecuencia puede ser un acto “no natural”, que requiere que nosotros pensemos por fuera de los supuestos y visiones del mundo que nos son familiares y cómodos. Este trabajo, requiere entonces, tanto conocimiento como habilidades, para ayudar a los estudiantes a aprender contenido histórico a la vez que incrementan sus capacidades para usar evidencia, evaluar interpretaciones y analizar el cambio a lo largo del tiempo. Las TICs e Internet nos permiten trabajar en colaboración, conseguir imágenes, materiales, reconstrucciones, documentos archivísticos, etc. Es interesante la propuesta de Juan José de Haro Coordinador TIC en el Colegio Amor de Dios en Barcelona, quien propone utilizar las redes sociales de conocimiento creando grupos de aprendizaje. Estos grupos pueden ser de muy distinta índole. Por ejemplo, se pueden utilizar para que los alumnos hagan trabajos en grupo, creando ellos mismos el suyo propio, para colocar allí la documentación que necesitan, enlaces, mantener un intercambio de opiniones, etc. Del mismo modo, cada asignatura puede tener su propio grupo, de forma que el profesor puede pedir trabajos, poner los deberes del día, hacer foros de consultas sobre la materia, etc. Se pueden hacer también grupos interdisciplinares, como los de tutoría, o creados para tareas específicas, como la creación de una revista escolar. Por su parte, José Luis de la Torre Díaz, propone convertir la clase de Historia en un pequeño laboratorio. Sabemos que inicialmente esto no es fácil porque los centros educativos están acostumbrados a proveer espacios físicos para laboratorios de Ciencias Naturales o Tecnología, no lo están preparados para la clase de Historia. Las TICs nos pueden ayudar a preparar nuestro laboratorio virtual al que podrían acceder alumnos y profesores. Básicamente los materiales de este laboratorio deberían servir para trabajar con fuentes históricas adaptadas a los chicos, crear hipótesis explicativas iniciales, analizar y clasificar y criticar fuentes históricas, aprender a entender la causalidad histórica y acabar dando una explicación histórica de los hechos estudiados. Desde este punto de vista las nuevas tecnologías no son una herramienta más de las que tradicionalmente dispone el profesor sino una herramienta tan poderosa que puede ayudar a cambiar cualitativamente la didáctica de la historia.

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