INSTRUCCIONES:
• Imprime el texto
• Lee y subraya de cada párrafo la idea principal
• Busca en el Diccionario las palabras que no comprendas y escríbelas en tu cuaderno
• Contesta el Cuestionario que aparece al final del texto.
Con el término ‘posmodernidad’ se hace alusión a un conjunto amplio de
ideas que tienen aplicación diferenciada en varias disciplinas, como el arte,
la arquitectura, el cine, la música y la literatura. Sin embargo, tanto por
pertinencia, como por competencia, aquí solo consideraré aspectos de la
posmodernidad de relevancia filosófica, política y ética. En este sentido, y
del modo más general, la posmodernidad se presenta como una respuesta crítica
al proyecto de la modernidad. De allí que el prefijo ‘pos’ deba comprenderse
solo en término cronológicos, y de ningún modo teóricos, pues la posmodernidad
no se entiende como una forma diferenciada de proseguir el proyecto de la
modernidad sino como una ruptura radical con aquel.
La posmodernidad tiene su propia interpretación del proyecto de la
modernidad, cuya concreción más exacta la halla en la Ilustración del siglo
XVIII. De esta época provendrían las ideas motoras que ayudaron a forjar el
mundo de los siglos XIX y XX. El ideal de esta época se caracteriza por una
confianza ilimitada en el poder de la razón humana, que se afianza con el
progreso científico, tecnológico y social. Hasta las mismas creencias
religiosas cambian de faz, deviniendo meras simbolizaciones e interpretaciones
sin contenido literal alguno. Se trata de librarse de toda superstición y de
toda superchería, para que el hombre devenga, por fin, verdadero artífice de su
destino y de su mundo.
Rasgos que distinguen a la modernidad, a saber:
1. El sujeto de acción y de conocimiento es un yo estable y coherente.
2. Este sujeto es racional, libre y universal. La racionalidad le
permite tanto conocer el mundo, como decidir la acción correcta en cada caso.
3. El conjunto de los conocimientos logrados por este sujeto es la
ciencia, que se caracteriza por ser el conocimiento verdadero acerca del mundo.
4. La ciencia aspira a verdades universales, objetivas y definitivas.
5. La ciencia es el modelo de todas las demás formas de conocimiento.
Su indagación recurre solo a la capacidad racional del sujeto, y su única
motivación es el logro de la verdad.
6. La ciencia es la base del progreso y del perfeccionamiento del
hombre y de sus instituciones.
7. En un mundo racional, no puede haber conflicto entre la verdad, el
bien e incluso la belleza.
8. El lenguaje también debe ser racional, es decir, transparente. Su
función es la de representar el mundo y comunicar esta representación con
verdad, para lo cual debe haber una relación firme entre el lenguaje y la
realidad, entre el significante y el significado.
El tema de la modernidad es, pues, el del orden. La razón lucha contra
el desorden, la confusión y el caos, tanto en el mundo natural como en el mundo
social. Así como en las explicaciones del funcionamiento de la Naturaleza
quedan por fuera todos aquellos elementos no susceptibles de indagación
racional —como la magia, los milagros, los dioses—, así también en el mundo
social se aspira a una uniformidad de sus elementos, extirpándose aquellos que
atenten contra el orden establecido por la razón. El orden es, pues, total, y
esta totalidad solo puede asegurarse mediante los grandes relatos, esto es,
narraciones estándares que una cultura produce acerca de sus propias prácticas
y creencias. Instancias de estos grandes relatos pueden ser, en el mundo
norteamericano, la idea de que la democracia es la mejor forma de gobierno,
cuyo seguimiento no puede sino llevar a la perfección y felicidad del ser
humano; en el mundo marxista sería la idea correspondiente del colapso del
capitalismo y de la revolución triunfante del proletariado que, a su vez,
conducirá también a la perfección y felicidad del ser humano.
Pero debe constatarse con tristeza que la razón ilustrada, junto con un
progreso en la ciencia, en la tecnología y en las formas de organización social,
trajo también formas nuevas y perfeccionadas de explotación del hombre por el
hombre, por las que en un solo siglo murieron más hombres en guerras que en
todo el tiempo de la restante historia humana. Símbolo de la barbarie del siglo
es el campo de exterminio de Auschwitz, que refuta el optimismo de la razón
especulativa. El proyecto de la razón ilustrada de propiciar un progreso en
todos los órdenes sufre un estrepitoso fracaso. Los fundamentos de este
proyecto quedan cuestionados: no hay un orden total, no hay estabilidad en la
realidad, ni en el lenguaje, ni en el sujeto, que se fragmenta y se deshace.
Una razón debilitada no puede decidir acerca de lo verdadero, lo correcto o lo
justo. No hay instancias adonde apelar para determinar estos aspectos; no hay
modelos de conocimiento, no hay modelos de comportamiento, no hay modelos
políticos. Los metarrelatos colapsan, diluyéndose en mininarrativas, esto es
relatos no de máximos sino de mínimos, no permanentes sino provisionales, no
universales sino locales, no necesarios sino contingentes; minirrelatos que ya
no garantizan un sentido a la historia —el progreso, la revolución, la
salvación— sino la multiplicación de horizontes de sentido en el fin de la
historia, no una verdad universal —la ciencia— sino muchas verdades
particulares, no un principio de acción —la razón práctica— sino muchas
acciones diversas sin correlación necesaria entre sí, no un canon de belleza
sino la inclusión de la estética en todos los ámbitos, hasta el punto de que la
estetización de la existencia cuenta como único criterio por el cual regir la
vida.
Una ambigüedad recorre el discurso de la posmodernidad, pues se halla
en tensión entre la constatación de unos hechos que indican el final del
proyecto de la modernidad y una propuesta normativa que ayude a rebelarse
contra dicho proyecto. En otras palabras, la posmodernidad se presenta como la
interpretación de unos hechos que ya están con nosotros, y como un modo de
resistir la lógica de estos mismos hechos, proponiendo una alternativa
diferente de vida. Es decir, posmodernidad y modernidad coexisten, y la crítica
de la primera a la segunda es ante todo una crítica moral, es decir, una
llamada de atención sobre los sucesivos fracasos del proyecto de la modernidad
y la necesidad de tomar distancia de este proyecto si queremos construir un
mundo más humano para todos. En cierto sentido la posmodernidad comparte con la
modernidad una noción de bienestar para todos los seres humanos, pero no
concuerda con ella en que hay una razón universal que ya sabe de antemano en
qué consiste dicho bienestar para cada uno. Más bien, debe reconocerse la
pluralidad del mundo, la multiplicidad de valores y de formas de vida, y obrar
en consecuencia, sabiendo que mi verdad no tiene por qué ser tu verdad, y mi
felicidad no tiene por qué ser la tuya, e incluso de un momento a otro la misma
riqueza del mundo me puede ir llevando de una verdad a otra, de una felicidad a
otra. Cada uno puede así conocer y ser feliz, pero sin pretensiones, es decir,
sin creer que la verdad o el bien tienen fundamentos originarios inconclusos o
metas últimas inmutables.
Desde un cierto punto de vista es difícil no estar de acuerdo con
algunas afirmaciones del discurso de la posmodernidad. En particular, es muy
posible que el proyecto original de la Ilustración contuviese un exceso de
optimismo sobre las capacidades de la razón humana. Un llamado de atención en
este sentido no parece sobrar, así sea con el tono vociferante de un Nietzsche.
Asimismo, es innegable la importancia de reconocer las múltiples posibilidades
de vivir una vida humana, haciendo que el conocimiento científico abdique de su
posición de privilegio frente a otras formas no cognoscitivas de relacionarse
con la realidad. En este orden de ideas, una realidad interpretada desde la
estética de la existencia puede ser tan válida y tan enriquecedora como una
realidad interpretada desde el conocimiento científico. La aceptación de la
inmensa riqueza que esconde el mundo, imposible de reducir a una única
categoría, es un logro indudable al que nadie sensato puede oponerse. En la
medida en que yo entiendo el discurso de la posmodernidad, no puedo sino estar
de acuerdo con estas aseveraciones.
CUESTIONARIO
1. ¿Qué significan las palabras del autor cuando afirma que la
posmodernidad rompe con el proyecto de la modernidad?
2. Conforme a la lectura, cuáles son los ideales de la Ilustración del
siglo XVIII
3. Analiza el significado de los Rasgos que distinguen a la modernidad
y elige tres de ellos para que confrontes los resultados de tu investigación
del Bloque 3 relacionados a los temas de la eutanasia, desarrollo sustentable,
proyecto HAARP, ingeniería genética, armas biológicas, etc., y concluyas si los
resultados se acercan a los rasgos enunciados.
4. ¿Cuáles son los argumentos que utiliza el autor para explicar el
fracaso de la modernidad?
5. ¿Qué persigue la posmodernidad?
6. ¿Cuál es la propuesta del autor?
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